Ahora
que voy descubriendo al cáliz ruiseñor
de cielo blanco, brillante y frondoso
mi cuerpo no tiene peso, y mi rostro
aletea en él, sumergido en su sangre.
Me embriaga la insólita unión
rosa y corazón, pasión que paraliza
al tumor nocturno del temor.
Ahora, dormido, aullando en el costal
el amor dominado y escondido
se refriega liberado, de ese tierno grito
de terror.
ChicoMalo
17-10-2009
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